Descubriendo el mito

Uncharted 2: el reino de los ladrones
Un «charto» de calidad
Uncharted 2 bien podría resumirse en la versión mejorada de todo aquello que ya hacía bien el original. Una propuesta bastante más atractiva y pulida en distintos aspectos: historia, tanto duración como interés; escenarios, por su variedad y su amplitud; acción, intensa y sin llegar a saturar; jugabilidad, en todas sus mecánicas se siente más natural y fluido… sin duda se gana a pulso la consideración que tiene para el gran público. Para muchos es el mejor de la saga, para todos (si se me permite la generalización) es el mejor de la trilogía.
Nathan Drake regresa como ese alumno veterano que observa con una sonrisa a los desorientados recién llegados al primer curso. Se nota que se las sabes todas y lo demuestra. Los primeros compases ya nos sitúan al borde de un precipicio infinito, a bordo de un vagón inestable. A este tutorial más variado e interesante que el del barco en la primera entrega, no tarda en sumarse su primer as en la manga: la narración no lineal.


Pasarán unas horas hasta que sepamos cómo llegó Drake a esa situación, pero está todo contado de forma tan inteligente que esto no supone ni mucho menos un problema. Y no es poco lo que sucede entre medias: robo a un museo en Turquía con un secuaz con la palabra traidor marcada a fuego en la mirada y Chloe, agente doble con mucho peso en esta entrega y, ojo spoiler, también en la tercera y, por lo que sé, incluso protagoniza el spinoff Uncharted: el legado perdido; sabotear la explotación de Lazarevic, el villano de esta entrega; sobrevivir a una ciudad en guerra; asaltar un tren…

Hay tantos, pero tantos momentos inolvidables solo en esta parte hasta que regresamos al principio del juego que me siento tentado de dejar de lado este texto y escribir una suerte de fanfic al respecto. Una verdadera película de acción que aprovecha los avances técnicos para sacarnos de la típica jungla para centrar la acción en una ciudad repleta de escombros y habitaciones decoradas con todo lujo de detalle, además de más tipos de armas, nuevas formas de escalar, situaciones más extremas (tienes que derribar un helicóptero o saltar de un edificio antes de que se venga abajo, por ejemplo) y un control del ritmo sublime.
De un tiroteo pasas a una zona de escalada, para después toparte con la respuesta que muchos nos planteábamos hasta el momento (¿pero qué ha pasado con Elena?), seguido de un puzle gigantesco, el descubrimiento de un objeto de leyenda y una nueva huida al límite. El juego no se resiente al parar en cualquier momento, porque cuando lo retomes no va a tardar ni un minuto en reengancharte de nuevo.

Por un momento pensé, qué equivocado estaba, que la parte de la montaña arruinaría mi experiencia, pero fue todo lo contrario. Si ya en la ciudad no pude dejar de admirar cómo explotaba la verticalidad esta entrega, esta sensación se vio incrementada en la incursión helada. La escalada por relieve natural está bien, pero la sección artificial y mecanizada me obligó a pararme a contemplar la enormidad del entorno en varias ocasiones. Un impacto similar al que sintió Gimli al contemplar las magníficas minas de Moria en La comunidad del Anillo.
Y cuando parece que no puede ir a más… vuelve a superarse. ¿Qué clase de hechizo flota sobre el monasterio? ¿Por qué una vez comienzas su asalto no puedes dejar de jugar? Y no es una sección corta, comprende varios capítulos, pero te ofrece tantas dinámicas distintas y giros tan interesantes que la curiosidad no cesa. Sin revelar el final, añadiré que tras el monasterio aún hay un buen tramo. Pese a ser una suerte de remanente espacial a lo visto en el primer Uncharted, consigue funcionar bastante mejor. No supone ningún paseo por el campo precisamente, pero sin duda resulta una versión bastante más interesante en lo jugable y lo narrativo que lo que ofrece el villano del primero.

Incluso el final es más bonito. Estuve tentado de aplaudir cuando vi los créditos porque no recordaba gozar así con una aventura de acción en ningún medio audiovisual desde hace mucho tiempo. Aún recuerdo el vértigo, la emoción, la toma de decisiones a la hora de escoger armas, los escenarios tan interesantes cuando apuestan por la amplitud como cuando su mejor atributo es ser un intrincado amasijo de callejuelas, la relación mejor construida de Nate y Elena, un humor menos gañán, tiroteos que te obligan a pensar, un villano consistente y que supone un reto… un auténtico juegazo.

Es un título tan pulido que siempre consigue sorprenderte con algo. En un tramo de la parte final te acompaña aquel que te traicionó en Turquía: Flynn. Se supne que debes avanzar y ya, pero si intentas golpearle con tu puño, ya que te han desarmado previamente, te golpeará junto con un aviso. Si algún jugador travieso quisiera tensar un poco más la cuerda… bueno, digamos que igual se le acaba la paciencia. El hecho de programar algo así ya es un detalle tan innecesario que resulta esencial para un juego que sobresale como lo hace Uncharted 2.
Con esta entrega me he reído de forma sincera, he captado alguna referencia intencional o no (desde un “¿pero qué coño?” al clásico recurso de culpar a la lluvia cuando lloras), he disfrutado de cada obstáculo y reto sin llegar a frustrarme o salirme del flujo óptimo del juego, he sentido una tensión que creía olvidada al enfrentarme al reto final y, por encima de todo, he comprendido por qué Nathan Drake ocupa un puesto tan elevado en lo más destacado de Sony. Por este Nate sí me apunto a una nueva aventura. Sin dudarlo.
¡
Cualquier producto cultural relevante es capaz de impactar de tal forma que resulta imposible librarse de su recuerdo durante semanas, como poco. Te invita a reflexionar sobre lo vivido, a añorar el viaje y a buscar qué se ha escrito sobre la obra. No me sorprendió ni un poquito que Pep Sànchez, uno de mis referentes absolutos, le pusiera un 10 a este juego en su análisis para AnaitGames:
Es un homenaje a la aventura que no se limita al fondo, que es total en la forma. Por el indescriptible aspecto visual, por la dirección dentro y fuera de las escenas de vídeo, por la atención en el trato de la luz y el color, por el trabajo de los actores y por varios puñados de motivos, esto es algo más que un juego peliculero. Estamos ante la mejor película de aventuras desde Indiana Jones y la última cruzada. Sin complejos y a mucha honra.

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