Descubriendo el mito

Uncharted 3: la traición de Drake

¿Volvería a jugarlo? ¡Ni (unc)harto de vino!

Transitaba yo las turbulentas aguas que albergan el comienzo del último tercio del juego, cuando escuché algo interesante en un podcast. Enrique Alonso, periodista de Eurogamer y AntiHype, desgranaba el avance de The Last of Us parte II, uno de los mejores juegos de siempre para la prensa. No es este el lugar para hablar de la última obra de Naughty Dog, pero sí de uno de los aspectos que surgieron al comentar lo bien que lidiaba este título con la violencia. Según “Enroque” todo tenía su explicación y resonaba directamente en una narrativa muy bien llevada, es decir, se aleja de la disonancia ludonarrativa. ¿Y qué pinta aquí el bueno de Nathan Drake? Pues, al parecer, resulta que el epítome de esta disonancia fue, en su día, Uncharted 3.

Con estas afirmaciones ocurre algo similar a lo que mostraba Cómo conocí a vuestra madre en un episodio en el que se “rompía el cristal” cada vez que los personajes de daban cuenta de una realidad que habían preferido ignorar. Una vez te percatas de aquello que obviabas, es imposible dejar de verlo. Esta sensación se vio reforzada porque justo me encontraba en una fase de disparos, precedida de otra de muchos tiroteos y que, además, resultó ser la antesala de más ensaladas de tiros. Es alucinante la cantidad de piratas que despacha Nate en unos pocos capítulos y si contamos todas las bajas a lo largo del juego la lista es más larga que aquella que utilizó Isabel Díaz Ayuso para sacar pecho por su buena gestión.

No necesitaba darme cuenta de esto para darme cuenta de mi decepción con esta tercera entrega. No es para nada un mal juego, pero la sombra del segundo es muy alargada. Era una realidad que no quería asumir al principio, pero que ahora abrazo con confianza, bien respaldado por la opinión de profesionales contrastados cuyo criterio respeto con la fuerza de mil soles. No son pocas las veces que Víctor Martínez ‘chiconuclear’, miembro de AnaitGames al que tuve el honor de entrevistar para uno de mis TFGs, ha comentado cómo esta tercera entrega falla en todo aquello que su predecesora logró alcanzar. En la prórroga del último Podcast Reload, el programa 38 de la 11ª temporada, destaca una sección en concreto, un pasillo demasiado profundo, tanto que ni se divisan los enemigos que te disparan a lo lejos. Enemigos cuya puntería supera al mejor francotirador, todo sea dicho.

La lista podría continuar con el retroceso de la inteligencia artificial de las patrullas enemigas, las secciones jugables de menos de diez segundos entre cinemáticas, la saturación de tiroteos, algo que no es malo per se, pero en esta ocasión sí, debido a que ya no resultan tan divertidos. No puedes jugar con tu enemigo porque ya no se comporta como un humano que va allí donde cree que estás, sino como una máquina que sabe dónde estás. Esto no supondría un problema si los tiroteos resultaran tan divertidos como en otras ocasiones, pero aquí la pátina de estrategia que bañaba el segundo deja paso a fases monótonas y, en ciertas ocasiones, desesperantes.

Resulta curioso que la única entrega de esta recopilación de versiones remozadas de Bluepoint que me ha presentado fallos técnicos haya sido la tercera. No han sido pocos los bugs, con especial mención a uno que me obligó a cargar el punto de control previo ya que Nate se quedó atascado dentro de un muro derruido, del que ya no puso escapar. Este tipo de fallitos no me molestan ni la mitad que la torpeza que evidencia el personaje al desplazarse en las fases en las que se nos fuerza a andar despacito. Los choques con otros personajes son torpes y poco naturales, cada aproximación a un muro resulta un drama y continuar metido en la historia se vuelve imposible.

En un ejercicio de contención que considero necesario, creo que lo mejor es parar aquí con mi enumeración de quejas, que aún continúa, porque no todo es malo en esta tercera entrega. Me permito finalizar esta parte tan contraria al juego con un último apunte: de los tres títulos que conforman esta recopilación, este es el único en el que me he visto forzado a terminar la sesión en mitad de un capítulo. Varias veces. En los dos primeros resulta tan sencillo sentirse dentro de la historia que no es hasta que ves el título que señala el comienzo de un nuevo capítulo cuando dices bueno, hasta aquí por hoy. No obstante, en la tercera aventura de Nathan Drake, sobre todo en la segunda mitad, fue imposible. Siempre había una fase que se estomagaba hasta tal punto que la única opción aconsejable era dejarlo para mi yo futuro.

Quizá es algo injusto someter a esta tercera parte a una comparación constante con su antecesor, sobre todo porque el juego hace suficientes cosas bien como para darle una oportunidad. Que yo acabara hastiado de gran parte de las secciones de disparo no quita que las partes de plataformeo sean una maravilla o que ciertas partes de la historia gocen de un enfoque artístico valiente e interesante. A muchos quizá les resultó aburrida, pero la travesía por el desierto es algo que no olvidaré, ya que me metió de lleno en el devenir del pobre Nate. Además de las huidas hacia cámara, hay varias persecuciones entre la muchedumbre bastante bien resueltas. Ciertos escenarios como el barco hundiéndose, la huida de la mansión o la infiltración con Elena en el aeropuerto funcionan a la perfección. Incluso la persecución a caballo aporta cierta variedad que se agradece.

El argumento no está del todo mal, aunque tampoco innova en exceso. Hay ciertas partes como todo lo que ocurre en Siria que suponen un bache en el ritmo que deja al juego herido, pero por suerte logra recuperarse. Puede que no logre emocionarnos con Sully, pero a mí sí me ganó con Elena. La relación entre Nate y Elena rezuma autenticidad, suenan creíbles y cada interacción entre ellos te mantiene pegado a la pantalla. Esta es una de las razones por las que una vez terminado, al final de todas las cosas, no pude sino sonreír. Es muy difícil no reconciliarte con este juego pese a todos los sinsabores que genera. Una serie de obstáculos que afectan a su percepción general, pero que no opacan el buen hacer de Naughty Dog una vez más.

Es un juego muy entretenido. Quizá un símil cinematográfico sirva para ejemplificar esta afirmación. A lo largo de Uncharted 3 aparecen ciertas referencias al séptimo arte. Salta a la vista el aspecto a lo 007 en el prólogo en Londres, subimos a un avión de forma similar al clímax de Toy Story 2, Sully tiene un par de frases que recuerdan a Indiana Jones (de todos es sabido que una pistola es más útil que un sable) o a El Señor de los Anillos (“…grandeza es lo que hacemos con lo que nos ha tocado”). Pero si hay una película que casa con este juego es La Momia. Un aventura resultona, entretenida, de estas que disfrutas y mucho, pero que no escogerías para una lista de las mejores películas ni harto de agua de Iram (localización clave en este título, para aquel lector que no lo haya jugado).

Echando la vista atrás las dudas y los fallos se disipan. Desde lo alto de la montaña las nubes quedan abajo y puedes disfrutar de las vistas, de la misma forma que al terminar la trilogía recuerdas con cariño todo lo que hace brillar a estos juegos. No sé cómo será la cuarta entrega, considerada por muchos la mejor, o el spin off popularmente conocido como Uncharted Señoras (llamado Lost Legacy en realidad), pero sí sé que ha merecido la pena acompañar a Nate en sus desventuras. Puede que termine disparando más de lo necesario, que ciertas frases no hayan envejecido bien o que la tercera entrega se quede a medio camino de lo que debería haber sido, pero nada de eso sirve en comparación con las horas de placer jugable que ofrece esta trilogía. Si tenéis ocasión, dadle una oportunidad, aunque solo sea por el segundo. Además, estos títulos ofrecen un modo de juego para aquellos que solo quieren disfrutar de la historia, ¡más fácil imposible!

2 comentarios en “Descubriendo el mito

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