Felicidad “encartuchada”
Artículo original publicado en Atavist el 01/02/2020.
Tras meses de polémica, filtraciones, furibundos análisis y un ambiente bastante negativo, al fin pude jugar a la octava generación de juegos principales de Pokémon. Un pequeño apunte antes de comenzar, creo que ya lo hizo chiconuclear en su análisis y me parece un acierto, permitidme resumir mi relación con esta afamada saga.
Ya había jugado a otras cosas antes, pero recuerdo como si fuera ayer cuando fui con mi madre a comprar por mi cumpleaños la GameBoy Color junto al Pokémon Rojo. Después llegaron (muchos) otros, tanto de la rama principal (Amarillo, Plata, Oro, Cristal, Esmeralda, Perla, Platino, HeartGold, Blanco, Negro 2, Blanco 2, Y, Rubí Omega, Luna) como otras versiones catalogadas como secundarias (Stadium, Stadium 2, Snap, Colosseum, Pinball, Mundo Misterioso: Equipo de rescate azul, Ranger, Mundo Misterioso: Exploradores de la oscuridad). Añadid a la lista muñecos, dibujos animados, películas, cartas… desde que medía menos que un Pikachu he disfrutado de Pokémon. Lo suficiente como para poder ostentar la etiqueta de fan, puede decirse.
Y como fan cada salto generacional supone una emoción incomparable. Una nueva región, nuevas criaturas y horas de diversión por delante en las que descubrir y disfrutar de un mundo nuevo. Si bien es cierto que todo lo que rodeó la salida del juego fue bastante preocupante (ya hablaremos de eso más adelante), una vez se publicaron los análisis encontré uno que reafirmó mi sentir en ese momento.
Si bien es cierto que Pokémon Escudo (o Espada, esa edición que todo el mundo quería, incluido yo, pero que al final descarté debido a la inclusión de preciosidades como Larvitar, Ponyta versión Galar o Reuniclus) no supone el salto que gran parte del sector esperaba, pero que el título no sea lo que esperamos no hace que sea un mal juego, ni mucho menos. Comprendo las bajas notas por su apartado gráfico en esa suerte de mundo abierto que supone la extensa “Área Silvestre” que impera en la región de Galar, pero hablo con el corazón en la mano al afirmar que me resulta de lo más irrelevante.
Para mí lo importante de Pokémon es la aventura, en concreto tu aventura.
Y creo que ya es hora de hablar de la mía.

Creo que es necesario destacar que en esta edición han vuelto los gimnasios. Tras el recorrido insular de Alola, vuelve el esquema clásico de ocho medallas. Eso sí, aprovechando el componente regional que aporta la evidente referencia británica (en los “villanos” o en ciertas formas regionales), en Galar el protagonista va ganando popularidad gracias a que cada combate ante un líder de gimnasio se celebra en un estadio de grandes dimensiones. El reto de las medallas es el principal interés para los habitantes de la región, ya no es tu pequeño periplo, sino que de forma paulatina tienes a gran parte de la población respaldándote.
Resulta bastante gratificante que cada gimnasio ofrezca retos de diversa índole. No es una novedad, pero ciertas pruebas me han parecido más originales que lo visto en otras ediciones (la captura y tener que jugar con la vibración, sobre todo). Otra novedad de Galar es que la exclusividad no se limita a los propios pokémon, sino también a los líderes. En Espada creo que puedes afrontar el reto de una líder de tipo lucha y otro de tipo acero, mientras que en Escudo encuentras un tímido líder con pokémon de tipo fantasma y a una líder de tipo hielo (creo que es la madre del líder de tipo acero, de hecho).
Para completar este apartado, destacar que la opción de cambiar de peinado y ropa sigue presente, lo cual cobra aún más sentido debido a la inclusión de un álbum de cromos. Allí coleccionaremos las tarjetas de los entrenadores más destacados de la historia, así como la nuestra y las de aquellos jugadores con los que nos topemos (si es que tenemos online, algo de lo que no puedo decir mucho más ya que carezco de él).

El sistema de combate sigue siendo el mismo que hace 20 años. Y eso, quede claro, no me parece mal. Hace tiempo que el juego es bastante agradecido con los recién llegados, indicando la relación de tipos si ya has avistado antes a la criatura con la que te enfrentas. Es más sencillo conocer qué hace cada ataque y cuáles son sus características, solo hay que pulsar un botón, adiós a la navegación de menús que hacía falta antes.
Para aquel jugador que avance a ritmo normal, sin detenerse mucho para granjear (¿es acaso más repipi utilizar la traducción que usar farmear?) experiencia ni utilizar un equipo fijo desde casi el principio para aprovechar al máximo la experiencia, el juego no será complicado. La experiencia se reparte entre todo tu equipo y eso facilita que llegues a todos los retos con el nivel suficiente. El único combate que me resultó realmente exigente fue el que cierra el postgame, pero incluso ese fue por mi terquedad para terminar con los mismos seis que completé la historia principal.
En la misma línea de agilizar los procesos y hacer la vida más sencilla para el jugador, se mantiene el acceso directo a las pokéballs para el momento de la captura. Una captura con ciertas restricciones, a todas luces necesarias. Podemos enfrentarnos a pokémon con mucho más nivel del que deberíamos poder manejar y, aunque logremos derrotarlos, no será posible añadirlos a tu equipo hasta que superes el gimnasio correspondiente.

Un aspecto que destacó ‘chiconuclear’ en el Podcast Reload de AnaitGames fue el “espectacular diseño de interiores” de esta edición. Ya no podemos fisgar en cada papelera en busca de un caramelo raro, pero sin duda los hogares de Galar cuentan mucho más de sus inquilinos. Ya no son espacios vacíos, carentes de vida, sino que evidencian que allí vive alguien. Ya sea por una cama sin hacer, ropa colgada en un perchero, camitas para los pokémon de la casa… una auténtica maravilla. En términos de inmersión y construcción de mundo, es esencial que los lugares que visitas no te recuerden que estás jugando a un videojuego.

Es cierto que el apartado gráfico en los exteriores no está tan cuidado como el de las casa. Creo firmemente que el salto le viene bien al juego y aún tiene un margen muy amplio de mejora. Siempre me gustó Pokémon Colosseum (Gamecube) y esto es una versión mejorada de aquello. Me gusta tanto la movilidad del personaje como la escala de los edificios y la distancia entre las localizaciones, además de los distintos biomas de la región.

Es bien sabido que en pos de ganar tiempo son muchos los jugadores que desactivan las animaciones de los ataques. Es una forma lícita de afrontar los combates y debo reconocer que para las incursiones dinamax puede ser útil, pero no lo haría en los enfrentamientos al uso. Es un placer ver según qué ataques en acción. Valga como ejemplo este “balón ígneo” de Cinderace.

La historia cumple. No supone nada revolucionario, es cierto, pero tampoco le hace falta para ofrecer bastantes horas de entretenimiento. No llega a aburrir, pese a lo evidente que (me) resulta el giro final que tendrá el guaperas del presidente Rose. Un detalle nada insignificante es que un personaje de su relevancia tenga una barriga cervecera bien evidente. Hay más diversidad morfológica en esta edición.
Al parecer para muchos el rival ha sido una decepción, pero a mis ojos es justo lo contrario. Nos medimos a un entusiasta joven, hermano pequeño del Campeón, incesante en su afán por crecer y convertirse en el mejor. Por el camino sufre varios contratiempos, llega a perder su camino… pero termina por encontrarlo y su arco de personaje me parece muy bien llevado.
También es un personaje interesante Roxanne, al igual que Berto. Dos jóvenes que más allá de su papel en la historia, terminan por adquirir un estatus muy interesante. Eso provoca que la sensación de cambio sea mayor, lo cual favorece a la experiencia jugable. No me terminaron de funcionar tanto ni Olivia ni los dos papanatas de la familia real.

Más de un análisis reveló que bastaban 30 horas para superar el juego, pero niego la mayor. Sin detenerme más de lo necesario, empleé unas 40 horas hasta que pude ver los créditos finales, es decir, obtener las 8 medallas, salvar la región y vencer al Campeón.
Pero la aventura no termina ahí. La intuición puede llevarte a visitar la casa de tu rival, donde encontrarán un regalo adorable (en forma de mi primer inicial, ni más ni menos). El postgame puede durar unas 10 horas, dedicadas a solucionar los problemas en todos los estadios, capturar al legendario de turno y derrotar a tu rival en un precioso duelo.
Tras esto, aún hay mucho por hacer, ¡la pokédex no va a completarse sola!

Los videojuegos no son solo diversión, pero sin duda es una parte esencial de gran parte de ellos. Cada uno busca algo diferente al acercarse a un título determinado. Yo a Pokémon solo le pido poder disfrutar de una aventura sencilla, con unos compañeros de viaje adorables y una colección de criaturas amplia y tierna. Los pequeños cambios que ofrece esta generación están destinados a facilitarle la vida al jugador: acceso directo a las cajas del PC desde cualquier parte, pokémisiones para que los pokémon que no utilices puedan subir de nivel (una mecánica que como ya demostró el Metal Gear Solid V siempre funciona), el no regreso de las MO (máquinas ocultas, movimientos de combate que no podían olvidarse y tenían funciones fuera de los enfrentamientos) sustituyendo las monturas de Alola por una bici capaz de surcar los mares y un servicio de taxis remolcados por Corviknights.
La gran baza de esta generación parecía ser el fenómeno dinamax. No está mal, pero tampoco es la gran cosa. Resulta muy evidente cuándo van a utilizarlo tus rivales, por lo que es sencillo contrarrestar su estrategia. Lo que sí es un acierto es el Área Silvestre, un basto terreno con constantes cambios de clima y, por tanto, de la variedad de pokémon que pueden encontrarse. Sin querer estropearle la experiencia a nadie, recomiendo que una vez podáis atravesar el agua con la bici busquéis aquellas zonas a las que antes no teníais acceso. Solo os traerá alegrías, haga el tiempo que haga.

My babies
Es hora de hablar de mis bebés. Soy de esos que prefiere mantener en su equipo al inicial. En esta edición el de tipo fuego termina siendo realmente útil, pero aunque no fuera así. Los tres gimnasios de menor nivel pertenecen a los tres tipos de los iniciales, pero antes de cada uno podrás conseguir un pokémon idóneo para superar el reto.
En esta ocasión es el Campeón quien nos entrega a nuestro primer compañero. Para variar, nuestro rival ya cuenta con uno y el que elige como su segundo pokémon es del tipo débil respecto al tuyo. El restante no se queda tirado, ya que el Campeón se lo lleva y, como cabía esperar, te lo encuentras en su forma final en el combate por el título.

La cantidad de pokémon disponibles e interesantes es tan amplia que hacer un equipo ha sido un auténtico dolor de cabeza. Generalmente me resulta una tarea sencilla, pero aquí me ha dolido dejar fuera a ciertos compañeros. Lo cierto es que sin darme cuenta terminé con siete habituales, siendo Sombra (Corviknight) e Incor (Grimmsnarl) ese sexto miembro que ir rotando. La cuerva fue de los primeros pokémon que capturé, mientras que el duende fue producto de un intercambio con un npc (un personaje del juego).
Flygon fue el último en llegar, dudé si quedarme con la dragona (aún en forma de Trapinch) porque suelo tener uno en el equipo debido a su combinación de Dragón/Tierra, pero cuando evolucionó no pude resistirme. Satán fue el primer pokémon que capturé en el Área Silvestre, cerca de un puente, bajo una nevada. Snorunt es adorable y Glalie otro habitual como Flygon. Nada más útil para atravesar ventiscas por aguas heladas.
Si las cuentas no me fallan faltan tres. Tres adorables bebés. Carrot, una adorable conejita en forma de Scorbunny, el inicial que decidí que escogería desde el principio. Pese a su idoneidad para ciertas fases, no fue el compañero que más utilicé. Ese papel lo ostentan los otros dos. Por un lado Pekoms, un Dreadnaw adorable y bonachón, el más cariñoso con los demás y todo un tanque en combate. El mejor tortuga de todo Galar, capturado con un nivel bajísimo, 7 o así. Pero para nivel bajo el de Toxel, entregado en la guardería. Un bebé adorable que terminó evolucionando a un macarra carismático en forma de Toxtricity. Baby es un experto en destrozar a cualquiera con sus potentes movimientos venenosos y eléctricos.

Es curioso como terminas por crear un vínculo con estos bichines. Cada uno con su forma de ser, sus preferencias a la hora de jugar, su carácter. Carrot siempre reta a una carrera a cualquiera. Pekoms te busca para jugar en cuanto puede, Satán y Flygon se llevan como uña y carne (¿recuerdos de un pasado en común?) y Baby va a su bola, excepto cuando introduces a un pokémon nuevo y es el primero en darle la bienvenida.

El Dexit
Hablemos de la polémica
Los meses previos a la salida al mercado del juego sirvieron para acuñar un término tan poco acertado como “Dexit”. El juego de palabras es evidente, ya que Galar es una región con Gran Bretaña como referente, por tanto de Brexit, sale Dexit para reflejar la cantidad de pokémon que no aparecen en esta edición, es decir, están fuera de la pokédex.
Pero lo que no se mencionó tanto es que esta decisión iba acompañada del mayor número de criaturas capturables hasta la fecha. No puedes (aún) recuperar a tu Blastoise, pero puedes capturar en el juego (lo cual es más divertido que hacer un “mover archivo”) más pokémon que nunca para después evolucionarlos y completar tu pokédex.
Además, esta decisión afecta al competitivo, un aspecto muy popular y extendido pero que nunca he querido ni querré probar. Por lo que he leído, dejar fuera a ciertos habituales en los mejores torneos obligará a los jugadores a buscar nuevas combinaciones y estrategias para adaptarse a la nueva esfera competitiva.
De los gráficos prefiero ni hablar, las críticas a una sombra que tambalea si haces zoom en una parte concreta de la pantalla me parecen irrelevantes. Está claro que si comparas Espada y Escudo con juegos de la talla como The legend of Zelda Breath of the Wild, pues no hay color. Ojalá algún día un Pokémon con ese nivel, pero que el salto no sea tan largo como esperábamos no quita que el salto se haya producido.
Tras el boicot cualquiera pensaría que el juego se ha estrellado. Lo cierto es que en menos de dos meses ha vendido más de 16 millones de unidades, es decir, casi lo mismo que la anterior generación (Sol y Luna) desde que salió. La octava generación ha batido el récord de ventas que convierte a Espada y Escudo en el mejor estreno en Nintendo Switch, además de ser el título más vendido durante más tiempo en Famitsu.
Todos aquellos que anunciaron por redes que no comprarían el juego, que era un fracaso y demás lindezas, ahora dicen que esto es una mala noticia que hará que Nintendo siga apostando por lo mismo y no avance. Se olvidan que quizá para muchos jugadores esto que ofrece Pokémon ya es suficiente o, lo que es aún más importante, que The Pokémon Company es una empresa con pocos empleados, no se encarga toda Nintendo de hacer estos juegos.
Hace poco se anunció la salida de un DLC en vez de una tercera versión (como Amarillo, Cristal, Esmeralda, Platino o, incluso, Ultrasol y Ultraluna). Este contenido extra llegará en dos tandas en 2020, por menos delo que cuesta un juego y sin necesidad de rejugar todo para acceder a estas dos nuevas zonas con legendarios reimaginados, retos emocionantes y, lo más llamativo, la inclusión de gran parte de los ausentes en la lista de pokémon original. Además, estas criaturas serán intercambiables con cualquier versión, aunque no disponga del contenido descargable. ¿Es una buena decisión? ¿Es un robo a mano armada? Es una estrategia comercial rentable y que les reporta muchos beneficios. Para quien quiera sumar horas a su aventura, es un buen tren al que subirse.
Hasta que lleguen las nuevas zonas de Galar, hay una cosa evidente que reafirmar. Pokémon Escudo (y Espada) es un juego muy entretenido, un caramelito para los fans y un título al que dedicarle todas las horas muertas que puedas. El componente portátil de Nintendo Switch gana relevancia ante videojuegos así.
Dicho esto, me despido. ¡Disfrutad de Galar!
